DALE GAS.....MIKI
Pedalea mientras puedas!
martes, 21 de septiembre de 2010
BOLA DEL MUNDO - VUELTA A ESPAÑA 2010
martes, 22 de junio de 2010
QUEBRANTAHUESOS 2010 … o de cómo un puñado de ciclistas desafiaron a la naturaleza un 19 de Junio.
….”No lo hagas, no abras los ojos que la lías y ya no hay remedio”……”Mierda! Los abrí!” Las dos de la madrugada y los nervios me han ganado la primera batalla. Faltan aún cinco horas y media para que lancen el cohete que marca la salida y yo ya no puedo conciliar el sueño. La emoción ha hecho que mis horas de descanso hayan llegado a su fin, pero me da igual, porque va a ser un día estupendo: “Ufff, que ganas tengo de que todo empiece y calmarme mientras pedaleo”…..Definitivamente no sabía lo que me esperaba. Ninguno sabía lo que nos esperaba!!!
Hacía exactamente 7 meses que había decidido comprar una bicicleta de carretera. Mi afición por el ciclismo había crecido de manera exponencial en los últimos cuatro años, y a pesar de que el BTT era para mi una pasión, notaba que me faltaba “algo”. Ese algo sin duda alguna lo encontré sobre el asfalto. Quería potenciar mi rendimiento, mi forma física y mi fondo a la hora de tragar caminos y trialeras, y aunque nunca les di toda la credibilidad que más tarde merecieron, las palabras de mi amigo JR se paseaban por mi cabeza: “cuidado, que esto engancha”…..y vaya que si engancha!!!
Lo primero que hice cuando tuve mi flamante bicicleta de carretera en las manos fue comprarme un bidón –hasta entonces iba con la Camelback a todos lados- e inscribirme en la QH !!!! Si, lo sé, no tenía ni idea de donde me estaba metiendo, pero alguien me dijo eso de “pff, tu apúntate, que puede que ni te toque” (Javierín majo, te quiero mucho….mamón!, jeje). Ya sabéis lo que pasó después: me tocó, pagué la inscripción, compré el “Planifica tus pedaladas” como todo hijo de vecino y mi mujer me regaló un rodillo para superar el invierno interminable que se avecinaba (siempre he sabido que se arrepintió de esta compra nada más pagar).
Los siguientes meses fueron sacrificados, y más aun teniendo en cuenta la condromalacia rotuliana que me diagnosticaron, y por la que tuve que pincharme durante mas de un mes la rodilla y hacer una recuperación exenta de esfuerzos (ni series, ni puertos ni ná). Hice mi primera salida de mas de 50 km, la primera de 80, la primera de 100, y la primera de 140!! Poco a poco mis limites fueron estirándose y yo veía como mi rendimiento aumentaba y mis tiempos de recuperación se acortaban. Todo ello, claro, a pesar de que cualquier parecido global del entrenamiento que finalmente realicé con el propuesto en el libro en cuestión, era pura casualidad!!
Toda la semana pensando qué ponerme; a quien preguntaba, cada uno me decía una cosa distinta: que si abrígate, que si no te abrigues, que si la camiseta, que si la chaqueta, que si nada, que si todo……uffff, para volverse loco. Y cuando ya me había decidido por una camiseta térmica de manga larga y los cubrezapatillas windstopper, me dice el tio que está desayunando a mi lado: “No hombre no, eso va a ser mucho”. “Pues es que es mi primera marcha de este estilo” le digo yo. Es entonces cuando atisbé en la comisura de sus labios esa sonrisilla de “ay pardillo, pero serás novato!!”, y me contó eso de que es que en este tipo de marchas uno se tiene que poner lo justo. De este no me acordé puntualmente no……..me estoy acordando todavía de él!!! Para mas inri, subo a la habitación y me encuentro a mi mujer en la terraza, y me casca que no hace mucho frío ¿? Asomo el careto por la puerta y se me hielan las pestañas….”Ná, que soy yo que de los nervios me he destemplado” Aun me pregunto en qué estaría pensando para decirme que no hacía frío.
El caso es que allí estaba yo, la suerte echada y el cielo completamente despejado. “Pues vamos a tener un buen día eh!”, le comento al compañero que está a mi lado (esta es la típica frase por la que este tipo me habrá llamado bobotonto unas mil veces). Le pido que me sujete la bici mientras echo la ultima “meadita” (lo de “meadita” no es literal; como todos los que estaban a mi lado “liberando peso” echasen lo mismo que yó, allí no vuelve a crecer la hierba en décadas).
Ffffffffffiuuuuuu, PUM!! Clac clac clac clac clac…………..pipi pipi pipi pipi pipi. O lo que viene a ser lo mismo: chupinazo de salida, miles de calas ajustándose en los pedales y más adelante pitido de miles de chips de control pasando por el punto de partida. Enciendo mi pulsómetro (sorprendentemente no estoy por encima de 100 ppm, que para como me pongo yo con estas cosas, no está nada mal) y al pasar por el lector le doy al start: “Ale machote, con un par”. Me santiguo como los toreros y salgo a la carretera, camino de…….. mi primera e inolvidable QH.
Los primeros km son como me esperaba: a carajo sacado!!! Rodamos con velocidades de más de 40 km/h. Las sensaciones son buenas, pero sigo como un flan. Intento recordar las palabras de Gabi: “A tu ritmo, busca la grupeta en la que vayas cómodo”. Y yo pienso: “Cómodo…..cómodo estaría en mi casa! A estos tíos parece que les persigue el escuadrón de la muerte” El caso es que tiro sin pensar mucho; ya llegaría al Somport, y ahí buscaría mi verdadero ritmo. Y ritmo encontré, pero acompañado.
Llego al Somport y veo a mis padres y mi mujer al otro lado del pelotón (esto es la ley de Murphy, y está comprobado que se cumple en todos los puntos del planeta por igual). Mi madre grita como una posesa mi nombre y yo saludo. Posteriormente me enteré de que no me habían visto; vamos, que ella gritaba mi nombre cada vez que pasaba una grupeta por si yo iba en ella. No te preocupes madre, que yo la próxima vez llego a Somport el primero para que me veas bien!! Juas!
Sospechosamente el cielo va adquiriendo un color, llamémoslo negrizo. Yo muy machote por ese entonces ya me había quitado mi peto-chubasquero (para qué lo quería con ese día tan estupendo que teníamos?). El caso es que empiezo la ascensión y el cielo va cogiendo peso; y claro, empieza, poquito a poco, a descargar el famoso “sirimiri”. Paro, me pongo el peto-chubasquero y “descargo” liquido elemento; también aprovecho y como una barrita energética y bebo; “come y bebe sin ganas”: apliqué esta máxima en todo momento, y pasará a formar parte de mi decálogo del cicloturista. Sigo subiendo, a mi ritmo y sin prisas (“dosificar, dosificar y dosificar”, otro mandamiento) y el “sirimiri” va perdiendo el encanto por momentos y se convierte más bien en una lluvia incomoda. Veo pasar a dos tíos en sentido contrario, pero no le doy importancia (habrán venido a ver la marcha en bici; ni me fijé en si llevaban dorsal). Poco después otros dos, y en estos sí que me fijo y llevan el dorsal; les sigue otro grupito (“Algo huele a podrido en Dinamarca” pienso). Cada vez son más los que bajan y dos palabras se desprenden de todas las conversaciones que mantienen mientras lo hacen: Lluvia y frio. “En fin, no será para tanto” (no, jaja, iluso yo!). A partir de este momento la marcha adquiere una peculiaridad que en los siguientes kilómetros iba a caracterizarla: El doble sentido de la circulación! Seguí subiendo, claro, porque la ascensión se estaba dando bien, y porque siempre hay gente de “secano” que tiende a exagerar (los del norte nos pensamos que los demás, a igualdad de condiciones, se mojan mas que nosotros).
El último kilómetro auguraba lo que en la cima se convirtió en realidad: lluvia con todas las letras. En ese momento se me vino a la cabeza un pensamiento que, curiosamente, me condujo siempre al frente: “Esto mejora más adelante fijo!!” Cogí los periódicos que amablemente me dieron en el avituallamiento y comí algún trozo de manzana mientras llenaba mis bolsillos con trozos de plátano.
Hablando de periódicos, creo que este es un buen momento para dejar clara una cosa: Todos y cada uno de los voluntarios y de las personas que estaban ofreciéndonos papel, comida y bebida son unos ángeles; sisi, con alas y todo! Es increíble la devoción que todos y cada uno de ellos mostraron en todo momento por los que allí estábamos, bajo la lluvia con nuestra locura. No puedo decir otra cosa salvo gracias, una y mil veces GRACIAS.
La bajada fue un auténtico vía crucis: la ropa (la poca que llevaba) completamente calada, una temperatura de unos 5 o 6 ºC, una carretera completamente inundada, y la lluvia que me había obligado a quitarme las gafas para conseguir ver por donde trazaba. El frío era brutal, y me esperaban por delante 40 km cuesta abajo!! Intenté en todo momento mantener las piernas en movimiento, frenando y moviéndolas a la vez (os podéis imaginar el castigo que infligí a mis zapatas; mis ruedas acabaron completamente negras). Aún así aproveché una de mis pocas virtudes, que es ir cuesta abajo, y salvo por algún cohete con ruedas que me pasó, en general fui adelantando bastantes posiciones. Tras unas cuantas, mejor dicho, unas muchas curvas, la pediente se fue convirtiendo en un semillano donde todos apretábamos un poco mas de la cuenta para entrar en calor. No podía creeer lo que estaba pasando por mi cabeza, pero en esos momentos todos teníamos el mismo pensamiento: “A ver si llega de una vez el Marie Blanque y así entramos en calor”.
Lo había visto en Youtube, me habían hablado de él, lo había leído en el foro, y en repetidas ocasiones había sido el tema estrella en mis pesadillas. Definitivamente nada de esto vale; hay que vivirlo allí, encima de la bici, hay que sacar piolé y crampones y hay que pegarse con él. Objetivo: coronar Marie Blanque.
Efectivamente uno empieza su ascensión con miedo, pero rápidamente nos envalentonamos: “Si es que voy de coña; aquí quito yo un par de dientes y hasta arriba” Pobre incrédulo de mí, y eso que sabía de sobra que lo duro estaba por llegar, quedaban esos 4 km asesinos. Todo lo que cuentan es verdad: curva a la izquierda y a lo lejos una montonera de ciclistas que parecen estar haciendo malabarismos sobre ruedas, ¡pero si no se mueven! Entonces aparece la fuerza de la gravedad; esa que hasta entonces solo ha sido un incordio se convierte en un adversario temible. Pendientes sostenidas del 11% y rampas de hasta el 16%. Miro mi gps (a partir de este punto 4 km majete). Empiezo a pedalear con mi 34x27 (para algunos algo sobrado; para mí, escaso del copón). El silencio es brutal, sólo lo rompe el ruido de las ambulancias subiendo y bajando el puerto (mas tarde sabríamos que las hipotermias ya estaban haciendo mella en algunos). “Pfff, debo de llevar ya 1,5 km por lo menos”; limpio el gps, ilegible por la lluvia, y…… 400 metros!!!!!???? Debo de reconocer que esto fue hachazo que minó mi moral por momentos. Bastante más adelante tuve otro momento como este, pero en ambas ocasiones me sobrepuse aprovechando otra de mis virtudes –si es que se puede llamar así-: A mí a cabezón no me gana nadie, y esto lo subo yo por mis cojones!!! El resto del puerto fue un devenir de miradas desalentadoras al gps comprobando el número de metros recorrido, de gente retorciéndose sobre la bici, algunos bajándose de ella y algún desaprensivo subiendo como si no tuviera cadena (hay cada figura por ahí que yo alucino). Y al dar una de las curvas de este gigante de roca lo escuché. Como si de un cuento se tratase esa melodía llegó a mis oídos: era el gaitero!!! De pasada oí semanas antes que en la cima del Marie Blanque siempre había un hombre que hacía sonar su gaita, para que los valientes escaladores supieran que la cima estaba próxima. Fue como si un soplo de aire fresco llenase mis pulmones, me levanté sobre la bici y rematé esos últimos metros como si nada: David había tumbado a Goliat.
Comienza ahora la subida al Portlet, menos mal!! A calentarse se ha dicho!! A mitad de subida pienso que va a ser demasiado larga y paro de nuevo a cambiar el agua al canario (mas que canario, con ese frío, ahora es pichón!!). mientras riego la cuneta oigo una voz: “Miguel!!!!!!!”. Me giro – solo la cabeza, listiiiillossss- y veo a Félix. Él y yo llevamos compartiendo penas y algún que otro entrenamiento desde el día que se hizo público el sorteo de plazas para la QH 2010 y fuimos “agraciados”. Me llevo una alegría cojonuda, y me pongo a pedalear a su lado mientras compartimos experiencias de las últimas horas. Hablamos del tiempo……. Y de qué si no!!!??? Jaja. Para los dos es nuestra primera QH, y he de decir que esos kilómetros de subida al Portalet los hicimos, en contra de lo que se podría eperar, con una sonrisa en la cara y emocionados por lo que estábamos viviendo ese día (“Curioso el ser humano es” que diría Yoda). Félix me avanza que los seis últimos kilómetros son los peores, asi que cuando llegamos a ellos, consciente de que él está más en forma que yo, le digo que tire hacia adelante. Yo continuo en solitario y corono, y es en ese preciso instante cuando recuerdo mis palabras escasos días antes: “Si llego arriba en el Portalet, está hecho!!”
La bajada de Portalet es distinta a las demás por una sencilla razón: conforme voy trazando curvas, el cielo parece ir despejándose a lo lejos. Efectivamente, noto como poco a poco voy notando menos frío. Los “pegotes” en la carretera se hacen cada vez más numerosos (estos pegotes son las plastas de periódico mojado al sacarlo de debajo del maillot), síntoma de que la temperatura sube. Ruedo hacia Hoz mientras charlo con la gente; sobre todo con Jordi, a quien conocí bajando de Somport y con el que me voy cruzando cada poco.
Esta ya es la última bajada, y he hecho los deberes: he regulado; así que es mi momento…. No he tenido calambres, ni me duelen las rodillas en absoluto (creo que no recuerdo la última vez antes de esta ocasión en la que no me dolieron las rodillas al salir a pedalear), así que me pongo a pedalear con todo el desarrollo que tengo. Estoy como si acabase de subirme en la bici, como una rosa, y las piernas me responden a la perfección. No dejo de adelantar gente, algunos en solitario con síntomas evidentes de calambres y otros en pequeñas grupetas que no parecen animadas a gastar las energías que, probablemente por otro lado, ya no tienen. Yo sigo rodando a todo gas, y algunos aprovechan mi rueda, cosa que en ese momento no solo no me importa, sino que me alienta. El gps me ha marcado velocidades de 100 km/h en este último tramo!!
Ya no queda nada, a lo lejos veo las puertas de llegada, las pancartas, la gente…… mi destino. Paso al lado de la valla de los cajones de salida y oigo una voz inconfundible: “Miguel!!!!!!!” Miro a la derecha y allí está mi madre gritando junto con mi padre y mi mujer……..Mierda!!!........me doy cuenta de que voy a llorar.
Cruzo la meta. Mi mujer y mis padres me abrazan………………………….lloro…
9 horas, 14 minutos y 20 segundos. Tanto con este tiempo, como si hubiera tardado dos horas menos, o dos horas más, tengo la sensación de que he cumplido, de que hoy he hecho algo que no olvidaré fácilmente, y que probablemente dentro de muchos años siga contando a aquellos que me quieran escuchar. Me puse un objetivo y lo cumplí, y lo hice además sobreponiéndome a la adversidad: mi inexperiencia y falta de entrenamiento, mi enfermedad en las rodillas y por supuesto la naturaleza, siempre impredecible, y que hoy hizo gala de su poder a la vez que de su magnanimidad.
Hoy el quebrantahuesos me ha desafiado, y le he vencido!! … Nos vemos el próximo año.